¿Se puede ser original y racional al mismo tiempo?
Lo que hay entre la inconsciencia y la convicción
La mente humana es extremadamente compleja. Hasta el punto en el que, si nos preguntásemos a nosotros mismos, la mayoría de veces seríamos incapaces de razonar el porqué de nuestros comportamientos.
Como es imposible usar varias mentes, también tenemos que lidiar con ello en el entorno laboral.
En infinidad de situaciones he actuado (y he visto a gente actuar) de manera irracional. Creo haber encontrado respuesta a algunas de estas situaciones en los sesgos psicológicos.
Ponte en situación. Llegas a la máquina de café con la intención de no ingerir nada, tu único objetivo es despejar la mente cinco minutos y estirar las piernas.
Te encuentras a tres compañeros de trabajo hablando sobre el fichaje de Hamilton por Ferrari o del último documental sobre la tragedia de Los Andes. Te metes en la conversación, ves cómo ellos dan un sorbo a su café cada dos intervenciones, te animas y al momento ya estás saboreando uno.
Si eres de los que vas a la oficina, seguro que has vivido una situación idéntica en alguna ocasión. Por si te lo estabas preguntando, la culpa es del efecto arrastre.
Este dice que el número de personas con las mismas ideas o tipo de comportamiento crecen a medida que más personas las adoptan. En otras palabras, alguien mostrará mayor predisposición a pensar o a hacer algo si detecta que hay mucha gente que lo piense o que lo haga.
El efecto arrastre es la base sobre la que se construye la viralización.
Cuando trabajamos de forma deslocalizada, este sesgo se da de otra manera. Es posible que un grupo de personas sientan que tienen que reaccionar o comentar a algo si hay más compañeros que lo han hecho.
Lo mismo ocurre cuando alguien hace alguna aportación en entornos virtuales y no recibe respuesta de nadie. Y no por ello deja de ser tan interesante como cree la persona que la ha hecho.
¿Te imaginas estar rodeado de gente en un sitio, hacer un comentario en voz alta y que todo el mundo te ignore?
La cohesión es una responsabilidad compartida
Reconocer y comprender el impacto de los sesgos cognitivos en el comportamiento de los trabajadores de una empresa es esencial para crear entornos de trabajo óptimos y cohesionados.
Por un lado, el sesgo de autoridad nos lleva a actuar de manera similar a la de los managers o responsables de equipos o departamentos.
Si nos lo llevamos a la empresa, puede manifestarse cuando los empleados actúan de una determinada manera simplemente por cómo se comportan aquellos con una posición jerárquica superior.
Me parece clave saber gestionar este sesgo de autoridad y mostrar cómo somos por convicción y no por la influencia de nuestro entorno.
Por otro lado, el sesgo de reciprocidad se da cuando las personas sienten la obligación de devolver un favor o un comportamiento positivo.
En el entorno laboral puede influir en la colaboración y el trabajo en equipo, ya que los empleados tienden a responder positivamente a gestos amables realizados por compañeros.
La cultura del feedback nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos. Al mismo tiempo, es importantísimo fomentar un ambiente de apoyo mutuo y reconocimiento.
Reconocer los logros de los empleados, ofrecer oportunidades de desarrollo y mostrar aprecio contribuyen a fortalecer las relaciones laborales y la cohesión de los equipos.
Además, es una máxima que deberíamos mantener tanto en las relaciones verticales (donde pueda influir el sesgo de autoridad) como en las horizontales (donde tiene cabida el de reciprocidad).
Por eso digo que es responsabilidad de todos, independientemente del cargo, de la posición en el organigrama de la empresa o de la responsabilidad que tengamos.
Ser fiel a uno mismo
La autenticidad no implica ser inflexible.
Pero puede convertirse en un desafío porque implica adaptarse a ciertas situaciones sin comprometer tus valores fundamentales. Mantenerse abierto a aprender y crecer, pero siempre siendo fiel a uno mismo.
Hay 4 cosas que intento hacer de forma habitual para no alejarme de mi esencia cuando estoy trabajando. Y son las siguientes:
Autoconocimiento continuo. Reflexiono sobre mis valores y metas personales, mis aspiraciones, mis principios fundamentales y mis objetivos a largo plazo. Esto no solo me sirve para tomar decisiones que estén alineadas con mis valores, sino para identificar pensamientos anómalos y adelantarme a posibles debates internos que no llevan a nada.
Cuidar la inteligencia emocional. Entender mis emociones me permite gestionarlas mejor, evitando mostrarme como no soy. Al ser consciente de cómo me siento según qué situación, evito reacciones impulsivas influenciadas por el entorno laboral. Lo típico de contar hasta 10 antes de decir algo susceptible de levantar ampollas.
Ser lo más asertivo posible. Hago un esfuerzo por decir lo que pienso de manera clara y directa pero siempre respetando a los demás. Es fundamental tener en cuenta los códigos de cada canal, no ser ambiguos y dedicar el tiempo que sea necesario para expresar tus ideas. Si voy a mil y quiero dar feedback de algo, me guardo parte de mi tiempo para pensarlo bien y expresarlo de manera óptima.
Buscar apoyo y feedback constructivo. Quien me conoce, sabe que me encanta hablar con la gente (a veces, en exceso; no lo puedo evitar). Por eso suelo dedicar tiempo cada semana a hablar con colegas, mentores y amigos fuera de mi entorno laboral, con quienes comparto experiencias y recibo feedback constructivo. Me sirve para volver a poner los pies en la tierra después de un subidón, tener otro punto de vista sobre alguna situación concreta o contemplar diferentes opciones y alternativas antes de tomar ninguna decisión.
Tanto para la vida como para los negocios, conocer y dominar el uso de los sesgos psicológicos te da una ventaja diferencial.
Una ventaja que puede marcar la diferencia para ir de lo malo a lo regular, de lo regular a lo bueno y de lo bueno a lo extraordinario.