El peor error es hacer las cosas por los motivos equivocados
Por Corti, CMO de Product Hackers
Hay errores que cometemos una y otra vez en nuestra vida. Piedras que no paramos de encontrarnos y pegarnos de bruces contra ellas.
Porque la piedra se esconde detrás de multitud de objetos brillantes distintos que nos ocultan el batacazo que viene a continuación. En mi caso, recuerdo con mucha fuerza algunas situaciones con este error:
Encontrarme trabajando varios fines de semana seguidos tratando de sacar adelante una cosa con la que me había comprometido y en la que ni siquiera creía. Solo porque sentía que si decía que no podría enfadar a la persona que me la había pedido.
Dedicar mucho tiempo que no tenía a gente que me pedía determinadas cosas o participar en eventos por el mero hecho de que me doraban la píldora y me hacía subir el ego.
Dedicar demasiadas energías a algo en concreto que no iba a mover la aguja de mi empresa (y lo sabía) pero no era capaz de dar el brazo a torcer en algo en lo que me había encabezonado mucho. Maldito orgullo.
En mi vida he cometido más errores de los que puedo acordarme. Pero los peores errores siempre tienen la misma consigna: hacer las cosas por los motivos equivocados.
Hacer lo que tienes que hacer, lo que realmente puede mover la aguja de tu empresa o de tu carrera profesional, por lo general, suelen ser cosas poco sexy y que no te permiten una victoria de forma inmediata.
Casi siempre implica trabajo duro, picar piedra durante días, semanas o meses, sembrar mucho para luego poder recoger.
A todo el mundo le gusta recoger. Pero trabajar la tierra, quitar las piedras y malas hierbas, abonar, sembrar y regar a diario es algo que muy poquita gente disfruta haciendo. Eso nos lleva a que acabemos haciendo otras cosas, casi siempre motivados por los objetivos equivocados.
Buscamos recompensas inmediatas a todos los niveles. A veces buscamos tácticas que nos acerquen de forma milagrosa a nuestros objetivos. Y muchas otras, simplemente, buscamos alimentar nuestro ego y sentirnos más de lo que realmente somos.
El mayor problema es que mientras buscamos alimentar el ego o buscamos un hack que nos solucione la vida, dejamos de sembrar y trabajar la tierra. Dejamos el trabajo duro de lado y, por lo tanto, dentro de un tiempo no tendremos nada que recoger.
Para no caer en esa tentación, he aprendido a no necesitar feedback positivo externo para realizar mi trabajo. El feedback siempre ayuda, sobre todo cuando es mejorista y te ayuda a ir a más. Y el feedback positivo suele ser un chute de energía, pero también una droga que nos obsesiona y nos aleja de nuestros propios pensamientos y trabajo.
Ser capaz de sentir recompensa de uno mismo por el trabajo bien hecho y sobre todo por conseguir los resultados que buscamos, es el mejor motor para mantenernos siempre en marcha y en la dirección adecuada.
Si, además, luego viene alguna recompensa, mejor que mejor. Pero no necesitarla te ayuda a evitar acabar haciendo las cosas por motivos que no son los adecuados.
De los errores se aprende, y mucho. Pero solo cuando estamos haciendo las cosas por los motivos adecuados. Si estamos haciendo algo que no deberíamos estar haciendo lo único que podemos hacer es aprender a priorizar y hacer foco.
Sin embargo, cuando hacemos las cosas por los motivos adecuados, aprendemos, nos acercamos a nuestros objetivos y, sobre todo, estamos haciendo lo que debemos hacer. Estamos poniendo todo lo que podemos poner de nuestra parte para llegar donde queremos llegar.
Espero que esta reflexión y aprendizaje sobre mis errores te ayude a analizar si estás haciendo las cosas por los motivos adecuados o te permita darle una vuelta a tus planteamientos.
Y, si te interesa el crecimiento personal, puedes leerme cada semana en SobreCrecer.com.
A Corti lo conocí cuando entró como socio y CMO de Product Hackers en el año 2019.
En aquel entonces, yo trabajaba en un proyecto de Branded Content para La Razón. Cuando se disolvió el departamento de GCC (Growth by Comms and Content), me propuso unirme al departamento de marketing de la empresa y dije que sí instantáneamente.
En este tiempo hemos hecho frente a retos de todo tipo para ayudar al crecimiento de la compañía. Algo del todo complejo si te fijas en que hemos pasado de ser 9 personas en aquel entonces, a ser más de 60 profesionales. De trabajar para 3 clientes, a trabajar para más de 80.
Ha sido mi mentor desde entonces. Es alguien a quien siempre estaré agradecido por todo lo que he aprendido de marketing a su lado. Pero sobre todo, destaco su faceta de coach, es un jefe que se preocupa por tu bienestar personal, consciente de que cuanto mejor te encuentres, mejor harás tu trabajo. Y te lo recuerda todo el tiempo.
Creo que esa ha sido la clave para que conectáramos; hay pocas personas tan capaces de sacar la esencia de los errores y transmitirla, y que a la vez, tenga tan presente el proceso de crecimiento personal que hay detrás de cada decisión.
Gracias por permitirme participar en tu super news, Ángel!